Una mirada hacia la noche
Cuando camino por las calles de Lima a partir
de las seis de la tarde me doy cuenta de una cosa: La noche es maravillosa.
Yo salgo de mi casa más o menos a las siete y
media de la mañana (casi siempre), a esas horas el tráfico es fatal, no puedo
creer que hasta hace unos años las mañanas no eran tan trágicas como lo es
ahora, TODOS los medios de transporte revientan de personas, y ellas por tratar
de llegar temprano a sus destinos, realizan toda esa travesía, que es viajar en
un bus público.
Las mañanas, por lo menos por donde yo vivo,
no me despiertan interés alguno, por lo menos no mucho, cada día veo a mi
alrededor cómo cada uno va atrapado en su burbuja sin preocuparse en ese “algo
más” que muchas veces ronda por mi mente, a veces lo comparo con esos bancos de
peces que van de un lado a otro sin rumbo fijo, excepto buscar comida. Nosotros
nos comportamos de esa manera, a veces me pongo a mirar los andares de muchos…
la verdad es que no le veo sentido, cada uno preocupándose de sus propios
asuntos, “Llegaré tarde”, “quiero ver mi serie favorita”, “necesito más
dinero”, “hoy saldré de fiesta”…